El acné es el nombre dado a las espinillas y puntos negros que surgen debido a un proceso inflamatorio de las glándulas sebáceas y los folículos pilosebáceos. Muy común en la adolescencia, pero también es común en adultos, especialmente en mujeres. Además de la incomodidad de las lesiones, ya que la apariencia en la adolescencia es un factor importante, el deterioro estético determinado por los cambios en la piel puede afectar el autoestima con graves consecuencias que puede persistir de por vida.

Es importante consultar con un especialista en dermatología para recibir el tratamiento adecuado. Existen en el marcado gran número de productos sin eficacia demostrada, lo que su resultado no siempre es el esperado.

Las hormonas sexuales, que comienzan a producirse en la pubertad, son las principales responsables de los cambios en las características de la piel, así como de la aparición de acné. Las lesiones aparecen con mayor frecuencia en la cara, pero también pueden ocurrir en la espalda, los hombros y el pecho. Idealmente, el acné debe tratarse lo antes posible. La idea de que no debe tratarse está desactualizada porque se considera «típica de la edad», «desaparece espontáneamente con el tiempo» o «no es una enfermedad». Se recomienda su control no solo por razones estéticas, sino también para preservar la salud de la piel y la salud mental, además de prevenir cicatrices (marcas de acné) tan difíciles de corregir en la edad adulta. Y la mejor manera de evitarlos es comenzar el tratamiento adecuado lo antes posible. El tratamiento del acné varía según su gravedad y locales acometidos. Hay opciones de tratamiento tópico y oral o una combinación de ambos dependiendo de la edad y necesidades del paciente.