La dermatitis atópica es un tipo de alergia cutánea, de naturaleza genética y crónica, y no es una enfermedad contagiosa. Los signos más comunes son piel seca y erupciones similares al eccema, con pápulas, vesículas y costras. La picazón es el síntoma principal, que puede ser grave y causar lesiones y abrasiones, así como infecciones secundarias debido a la fricción con las uñas. Las lesiones aparecen con mayor frecuencia en los pliegues de los brazos y las piernas, sin embargo, en algunos pacientes, la enfermedad puede manifestarse agresivamente, afectando toda la piel. La enfermedad progresa con períodos de crisis agudas y generalmente retrocede a medida que el niño crece, con una gran mejoría cuando se trata adecuadamente.
Factores de riesgo
Los más conocidos son el contacto con agentes alergénicos como polvo, moho, ácaros, polen o incluso animales; exposición a irritantes ambientales, fragancias o productos de limpieza domésticos como suavizantes de telas o blanqueadores domésticos; uso de ropa de lana o sintética; baja humedad del aire y variaciones climáticas repentinas; infecciones, estrés emocional y ciertos alimentos.
Tratamiento
Se recomienda el uso continuo de humectantes y jabones que respetan el pH de la piel, mientras que se deben evitar los baños calientes. El tratamiento consiste en controlar la picazón, reducir la inflamación y fortalecer la barrera cutánea.